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Canigón

EL Canigón o Canigó es una montaña del Pirineo Oriental , situada entre las comarcas norcatalanas del Conflent y el Vallespir, aunque la cima está íntegramente en el Conflent, entre las comunas de Taurinyà (este) y Vernet (oeste), siendo patrimonio de la Abadía de San Martín del Canigó y de San Miguel de Cuixà 
La cima, el fregadero del Canigó o Pico de Balaig, mide 2.784 msnm. A pesar de su altitud moderada, está considerada la montaña más alta de los Pirineos debido al gran y brusco desnivel que la separa de la llanura del Rosellón, lo que la hace más aparente que otras montañas más encajonadas y situadas entre valles ya más altos.

Geografía

Situado cerca de Prada, en el límite de Taurinyà y de Vernet, domina toda la llanura de la Tet y Perpiñán. Es la última cumbre importante del Pirineo en el este. Alcanza los 2.784 metros a pesar de estar a menos de 50 km del mar, por lo que es muy visible desde todo el Rosellón y en días muy nítidos es posible vislumbrarlo desde Marsella.
La cima del Canigó, límite de los municipios de Taurinyà y Vernet, está muy cerca de los términos de Fillols y Vallmanya, todos pertenecientes a la comarca del Conflent. Por tanto, todos ellos tienen vertientes de la montaña dentro de su término comunal. El Canigó se encuentra en medio de una cordillera de tres cimas, con el Pic Jofre (2.362 m) al norte y el Puig dels Tres Vents (2.731 m) al sur.
El Pico Baix del Canigó es el pico secundario del Canigó situado al sur de la cima principal donde coinciden los límites de los términos de : Vernet, Taurinyà, Vallmanya y Vernet, todas de la comarca del Conflent y alodio de las abadías de San Martín del Canigó y San Miguel de Cuixà.

Localized Phenomena

El Canigó está tan expuesto a todos los vientos que algunos de ellos llevan consigo materiales de tierras muy lejanas. Por ejemplo, el xaloc o viento del sureste deja arena del desierto del Sahara. Por ello, el pico de la Pomalada en invierno suele presentar un brillo dorado en su cumbre dorada debido al depósito de arenas del desierto sobre la nieve, lo que le hace parecer una suerte de desierto gélido.

Recursos naturales

El Canigó se levanta sobre importantes yacimientos de hierro, razón por la que muchos de los pueblos de la comarca se dedican a la minería. Las minas de los alrededores del Canigó extraen un mineral de especial pureza mucho más resistente al óxido que el hierro normal.

Historia

Toponimia

La primera forma conocida del nombre aparece en 949 con Montis Canigonis. Luego encontramos, también en el siglo X, Monte Canigone, Chanigono y Canigonis, luego en el siglo XI Monte Kanigonis y Kanigoni.
Sin una forma conocida del nombre antes del siglo X, solo se puede adivinar su origen. Sin embargo, uno de ellos parece más probable. El nombre Canigó es probablemente un compuesto tautológico basado en la raíz preindoeuropea kar o kan repetida para obtener kankan. Kan tomaría por el primer elemento el significado de cumbre rocosa y por el segundo a través de una forma posterior y relacionada con el griego konos el significado de cumbre en cuña. Una evolución hacia kani-kone habría resultado en Canigó por debilitamiento de la c intervocálica y finalmente la caída de la n al final del sustantivo teniendo el efecto de producir una o acentuada.
Otras explicaciones incluyen varios orígenes lingüísticos. Aunque no siempre imposibles, parecen improbables, en particular por el simple hecho de que una montaña tan imponente como el Canigó sin duda recibió su nombre mucho antes de la llegada de los romanos. Un origen latino del nombre podría dar lugar a varias explicaciones.
Cani (“perro”) seguido de jugum habría designado un trompo en forma de colmillo de perro. Canum (“blanco”) seguido de jugum (“cima”) tendría el significado de cumbre nevada. Desgraciadamente en catalán, jugum suele convertirse en jou y no en gou. También podríamos haber tenido canum seguido de conus ("cono") para designar una cumbre cónica cubierta de nieve.
Sin embargo, es muy poco probable que la lenta u de canum se convirtiera en i. No es raro que los picos tomen nombres de personas, como el pico de Bugarach. Podríamos ver por tanto un nombre de persona germánico, Canico, en comparación con el probado en la Edad Media de Enneco. Canico vendría del nombre personal Cani y que significa útil, seguido del sufijo diminutivo -k. Habríamos tenido entonces un dominio de Canico en las cercanías de Casteil de Vernet donde, precisamente, se construyó la abadía de Saint-Martin du Canigou. Un paso de Canico a Canicone habría dado finalmente Canigó, como ejemplos probados como Ascahrone haber dado Escaró no lejos de allí en Conflent.

Historia mítica

El túmulo de Pirene
Identificándose el monte con los Pirineos mismos, la primera mención que tendríamos de la montaña sería el mito por el que dichas montañas se forman, lo que lo vincula con la princesa Pirene y Hércules cuando visita Iberia en busca de los rebaños de Gerión. Según la versión del mito difundida por los eruditos locales: Pirene sería hija de Túbal nieto de Noé y primer rey de Iberia que, derrotado por Gerión vería su reino caer en manos de este. La belleza de Pirene era legendaria y encandiló tanto a Hércules como a Gerión, pero la hermosa princesa habiendo ofrecido su amor al primero provocaría la furia del otro que la perseguiriía hasta los bosques del norte de su reino. Para hacerla salir, Gerión prendió fuego a los árboles, muriendo allí la princesa en terrible agonía. De sus lágrimas surgirían todos los lagos o ibones de las región. El fruto de su amor con Hércules sobrevivió y trasformado por las llamas es, para muchos, el primer drach.
Hércules, tras dar muerte a Gerión visitó el lugar de muerte de su amada y levantó un gran túmulo sobre ella, tan gigantesco que se habría de ver desde todos los puntos cardinales para que nadie olvidara su memoria ni su belleza. De aquel túmulo nacieron los Pirineos y su montaña más visible es el Canigón. A su custodia quedó el drach, pero pronto, el lugar generó su propio espíritu guardián, Canicum, el héroe.
La Escalera de los Siete Gigantes
Otra leyenda conecta con la lucha entre los Titanes y los Dioses (o el mundo Mágico y el Feérico). La leyenda de los 7 gigantes y el Canigó, muy antigua, que cuenta que “Siete hombres gigantescos se habían propuesto conquistar los cielos levantando una escalera de piedra para llegar a la montaña sagrada: El Canigón, usándola como basamento para su ascensión. Estos siete hombres gigantescos, que hacían pesar sus poderes sobre las gentes que vivían al pie del Canigón henchidas de orgullo, intentaron destronar a los dioses de su reino. Para ello, quisieron subir hasta ellos construyendo una colosal escalera. Subieron por el valle, rodando frente a ellos enormes rocas que hacían temblar los valles. Desde Vernet, Pla Guillem y Riuferrer, fue creciendo la lenta ascensión de los gigantes, apilando losas sobre losas. Los picos levantaron las crestas, desafiando el punto más alto del Canigón. Sus paradas estaban señaladas por una piedra levantada. Una vez en el Canigón se prepararon para asaltar los cielos pero es cuando más expuestos estaban a la ira de los dioses aéreos, que desataron sobre ellos a los Trece Vientos. La tierra tembló y de estas profundidades subió un soplo de fuego. Los torrentes traían remolinos furiosos. Ráfagas de tinieblas movían masas oscuras atravesadas por relámpagos. El cielo ardía y sus cenizas cegaban los abismos. La ira de los relámpagos fue tal que abrió las mismas entrañas de la tierra desde donde emergieron demonios que aún pueblan sus valles. Los vientos se levantaron por todas partes y petrificaron a los gigantes en siete montones de piedras. Una de las cumbres del Canigón, El Pic des Set Homes de 2.724 m., recuerda aquella fatídica batalla entre los dioses y los titanes.
Otra versión más moderna indica que los siete gigantes en cuestión eran Roldán, sobrino de Carlomagno, quien, ayudado por los otros seis gigantes, habría liberado Cataluña de los moros. Tras sus victorias, los siete hombres se habrían reunido en lo alto de esta montaña para repartirse Cataluña. Encontrando este país magnífico, no pudieron ponerse de acuerdo, discutieron violentamente y Dios, para castigarlos por su egoísmo, los petrificó
El Palacio de los Catorce Vientos
Derrotados los gigantes y expulsados sus seguidores, los dioses victoriosos hicieron suyo el valle y los Catorce Vientos triunfantes elevaron su palacio en las cumbres del Canigón, usando como cimientos, los basamentos de la colosal y blasfema escalera de los gigantes. Los Catorce Vientos, de los cuales siete eran buenos y siete malos, devinieron las catorce hadas o sílfides que identifican a los fuertes vientos del Canigón que provienen de las catorce direcciones del mundo, vientos que hacían a la montaña inaccesible y, a veces, invisible. Las hadas, de entre las cuales destacaba su reina Flordeneu, el viento del Norte, habitaron en dicho palacio, que unos ubican en la cima y otros en las gargantas del Cadi. Así debieron de permanecer estas tierras, inaccesibles para todos, durante siglos y siglos.
Guillem y el ocaso de las hadas
Según la creencia, hasta el siglo VI las tierras del Canigó estaban pobladas por encantaires (bellas hadas de aspecto juvenil) que vivían en un palacio ubicado en el valle del Cadi. Nadie podía entrar en este valle protegido por un drach. Cuando las encantaires lavaban la ropa, la montaña se cubría de grandes nubes negras y el granizo caía sobre todo el Conflent y las comarcas vecinas del Rosellón y el Ampurdán. Ningún ser humano podía vivir en estas tierras desoladas.
Las primeras noticias de penetración humana en estas tierras feraces nos viene de relatos sobre ermitaños que se adentraban a este lugar en busca de la soledad ascética o el martirio. Así, según una leyenda, el ermitaño Guillem ayudado por pastores habría construido una capilla en el valle de Comalada, en el Vallespir, hacia el año 600. La leyenda reza: Guillem, que quería vivir como ermitaño en la Comalada, se enfrentó a una terrible tormenta provocada por las encantaires o brujas que se habían asentado en la zona. Al acercarse al estanque de Comalada, cerca de la Paso  des Tres Vents, escuchó el rugido del dragón establecido en las aguas del Balaig, en Cortalets. El animal atacó repentinamente. El ermitaño quiso huir pero una figura divina intercedió en su ayuda, otorgándole una espada mágica. Armado con ella, Guillem tomó represalias y lo persiguió hasta el Pic del Balaig donde lo golpeó con la espada y lo empujó a un precipicio. 
Sin su guardián, las hadas huyeron para refugiarse en los valles más recónditos del Cadí, donde todavía se encuentra, oculto, su palacio.  El dragón, se dice, estaría todavía en el fondo del precipicio, atrapado bajo un ventisquero. Todavía podrías escuchar sus rugidos en días de fuertes tormentas. En cuanto a la espada de Guillem le había sido otorgada por un ángel y se dice que es la mítica espada Cortana, hermana de Gozosa y de Durandarte, nada se supo de ella, pero otros héroes que surgirán del Canigó llevarán una espada sagrada capaz de alejar y herir a los demonios que lo pueblan. Cuenta una oscura profecía que si se forja una cruz del hierro de esa espada y se clava en lo alto del Canigó, los espíritus malignos que lo pueblan se irán para siempre.
San Guillem pudo asentarse así en el valle de La Comalada, donde vivía de forma muy sencilla, como un ermitaño, en una cueva, alimentándose únicamente de los productos que le daba el bosque. En invierno, su único alimento era la leche de las ciervas y rebecos que ordeñaba. Rápidamente, la bravura de Guillem fue conocida en todo el macizo. En el verano acudían campesinos de toda la región a escucharlo. A medida que aumentaba el número de visitantes, en su mayoría pastores que antes no osaban penetrar las tierras de las encantaires Guillem decidió construir una capilla para acogerlos, que agradecidos le ayudaron a construir una Ermita que lleva su nombre
Cuentan también que Guillem, queriendo hacer una campana para su nueva iglesia, fue a pedir ayuda a las fraguas de Montferrer. Para burlarse de él, los herreros y mineros le permitieron tomar todo el hierro que le cabía en las manos. Guillem tomó entonces, con sus propias manos, hierro fundido contenido en un crisol y comenzó a golpear el hierro con los puños para forjar esta campana. El milagro solo hizo acrecentar la devoción de los lugareños que le acompañaron a las tierras por él abiertas para los devotos.
Los Simiotes
Vinculados a las tierras del Canigó se encuentran estos seres malignos apodados "simiots" por tener cara de mono. Las simiotes son monstruos con cuerpo de león y cabeza de mono que aterrorizan a los habitantes de Vallespir Salen de los bosques para invadir pueblos y aldeas, sin miedo a los hombres. Estas diabólicas criaturas trepan por los techos y descienden por las chimeneas. Se apoderan de los niños y los secuestran para devorarlos en las montañas, -o convertirlos en simiots.
Tales ataques fueron especialmente virulentos en el siglo X, en un tiempo de catastróficas inundaciones seguidas de hambrunas. Expulsados de sus guaridas, las alimañas deambulaban día y noche por el campo en lugares habitados y atacaban a las personas, a través de las cuales a los lugareños les parecía ver monstruos de extrañas formas a los que llamaron simiots, porque les parecían monos. Estas criaturas parecieron hacerse fuertes en las duras tierras del Vallespir (Vallis Aspera, el Valle Áspero), en la vertiente oriental del Canigón.
Algunos de estos simiotes acaban individualizándose en un único ser: el Simiot, especie de hombre del saco que vive en su castillo, al que lleva a los niños que secuestra en las noches que sale de casa, y dice que tenía su morada en el castillo de Rocabertí, en la sierra de Les Alberes, ya en el Condado de Ampurias.

Canigón y la resistencia goda

Tras la caída del reino visigodo tras la batalla de Guadalete, la buena parte de la aristocracia goda pactó con los árabes para mantener sus privilegios, pero otros muchos, los partidarios de Rodrigo y Agila se refugiaron en la Septimania donde resistieron durante décadas hasta que también fueron invadidos por los sarracenos. No obstante los árabes no llegaron a poblar las tierras ultramontanas, limitándose a saquearlas para acabar con los focos de resistencia. Los godos se refugiaron en las tierras altas pirenaicas o bajo el amparo de los Aquitanos y francos carolingios que encabezarían el siguiente frente ante el cual la expansión árabe se detuvo. Los gotalanes o Catalanes iniciaron desde las tierras pirenaicas los primeros intentos de reconquista que allanaron el camino a las futuras intervenciones carolingias que darían como fruto la creación de la Marca Hispánica. El Canigón y su estratégica posición se convirtió en el reducto de estas gentes y a su amparo "surgió" la nueva nación catalana, que bajo la égida de los francos carolingios, comenzarán a repoblar las tierras reconquistadas a los sarracenos hasta que finalmente sus condes puedan sacudirse del yugo de los propios reyes francos.
El Héroe del Canigón
El monte Canigón ha inspirado una figura masculina protectora, probablemente heredera del viejo mito de Hércules y Pirene que hacían de la montaña el túmulo de esta o el puesto de su guardian. Los godos refugiados en estas tierras salvajes donde los invasores sarracenos no se atravían a poner el pie encontrarán en esta figura protectora su valedor sobrenatural. Con el tiempo, el héroe Canicón se irá entretejiendo con elementos tomados de los cantares de gesta carolingios, especialmente con la figura de Odón el Danés o de Gotland, y con la figura histórica del duque Odón de Aquitania. Aunque en esta época aún no se le ha dotado de otro nombre, con el tiempo será el héroe legendario Otgier Cataló, héroe epónimo de los catalanes.
Depurando los aspectos añadidos por las figuras carolingias podemos desentrañar quién era Canicum. Las diferentes narraciones nos hablan un guerrero godo refugiado en estas montañas, escapando de la invasión sarracena tras haber sido derrotado y haber perdido a todos sus compañeros de armas. Malherido, fue atendido por su fiel perro que diariamente le lamía las heridas y le proporcionaba el sustento, mediante el cual, tras largos meses, pudo curarse y restablecerse. De alguna manera, es el espíritu de la montaña, un perro o can, quien lo recupera y transforma en el futuro héroe. Pasado el tiempo, llegó el día en que el Héroe consideró que ya había recuperado todo su vigor. Entonces, cogió el cuerno de caza y lo hizo resonar profundamente y prolongado, de tal modo que su bramido llamada voló por valles y montañas extendiéndose por todo el país. Así convocó a sus hombres, a los cristianos fieles a la tierra, a la lucha. El perro galgo, interpretando la llamada de su amo, emprendió veloz e infatigable carrera hasta que encontró al primer hombre y le hizo entender con sus gemidos que quería que le siguiera. El hombre, siguiendo al perro, fue conducido ante la presencia del Héroe, quien le dio el mensaje que comunicara a los señores de la tierra que el momento de volver a luchar contra los sarracenos había llegado. El mensajero fue a dar la noticia a los personajes principales del territorio para que cogieran las armas que tuvieran a su alcance. Así, de nueve lugares diferentes, vinieron con sus huestes los más aguerridos varones de la tierra con el deseo de reconquistar los territorios.
La leyenda posterior les otorga nombres y apellidos de la más alta aristocracia catalana del momento, para que cuenten también con los héroes epónimos de sus respectivos linajes. Según la leyenda posterior, estos nueve caballeros fueron: Galceran de Cervelló, Bernat Roger de Erill, Gispert de Ribelles, Dapifer de Moncada, Galceran de Cervera, Galceran de Pinós, Bernat de Anglesola, Guerau de Alamany y Hug de Mataplana, conocidos como los Nou Barons de la Fama o los Nueve Caballeros de la Tierra, personajes imposibles de que hubieran existido pero que pueden representar a otros nobles godos de la Tarraconense y la Narbonense que habrían constituido el germen de la aristocracia guerrera catalana posterior.
El Héroe, que se había hecho con la espada sagrada del hierro del Canigón, les conjuró a luchar hasta la muerte por la tierra que les había visto nacer hasta liberarla del poder sarraceno. Los nueve caballeros juntaron las espadas, jurando ante el altar de la Virgen negra de Montgrony que cumplirían con lealtad su palabra. Los caballeros, con el Héroe, partieron hacia el combate, cada uno hacia un sitio diferente, y lograron las victorias más rotundas. Lo único que volvió a quedar herido fue el Héroe, durante la batalla por reconquistar Roses, en el año 735, pero esta vez como triunfador. el Héroe, antes de morir, ordenó que su escudo llevara como adornado el símbolo del perro galgo porque este animal había dado testimonio de lealtad incondicional y sin fin.
El Héroe, a su muerte fue enterrado en el monasterio de Abadía de Sant Andreu d'Eixalada, en el Conflent primitiva congregación monacal de la que surgirán los monasterios de San Miguel de Cuixà y de este San Martín del Canigó. La destrucción que una catastrófica riada del río Tet produjo en este monasterio -que llevó a que sus supervivientes se trasladaran monte arriba, a Cuixa-, borró toda posible verificación, y la memoria de este Héroe ancestral quedó así, durante años, en el olvido, hasta que sea recuperada en el siglo XV, entremezclada con otros muchos mitos y falseada para encontrar en él al héroe epónimo de los catalanes.
Perspectiva hermética
Los expertos herméticos coinciden en que el héroe de Canico es el genus loci de la montaña, guardián y protector de estas tierras sagradas. La presencia humana habrá ido modificando, a través de sus creencias, al espíritu mágico hasta convertirlo en un hada que se adapta a dichas creencias. De espíritu guardián de la tierra, se convertirá en el protector de sus habitantes de los invasores del sur (los hijos de Gerión) e irá adoptando elementos divinos por la mediación de ángeles y santos (Sant Guillem). Con el tiempo, la influencia de los cantares de gesta franceses y la novela caballeresca harán fraguar el mito de Otger Cataló o héroe epónimo de los Catalanes.
No obstante es Canicón (con perro, "el del Perro") este héroe surgido en el Canigó, renacido en sus laderas gracias a los cuidados del perro lebrel. Es este perro mágico o feérico el que otorga al Héroe una segunda vida y una recobrada fuerza, es este perro el espíritu guardián del Canigó, el perro fiel dispuesto por Heracles para guardar la tumba de Pirene.

Cristianización del Canigón

Los esfuerzos de Guillem en la Comalada no fueron suficientes, ya que las algaradas sarracenas aullentaron a los pocos colonos que habían logrado asentarse en el valle. Después de la liberación de las tierras por Carlomagno, la reconquista, se impulsó la creación de monasterios en estas tierras feraces cuya santidad protegiera a las comunidades de colonos que se esperaba surgieran a su alrededor. Así, los catalanes refugiados en la Gothia fueron llegando para instalarse en estos valles que habían vuelto a ser salvajes y tuvieron que enfrentarse a las feroces bestias que habitaban las montañas. 
El padre Arnulfe
Como estas tierras del Vallespir y el Conflent seguían pobladas por monstruos fantásticos: Simiotes, dragones, leones, osos, lobos, y demonios que extendían epidemias y el desencadenaban a los elementos, el padre Arnulfe partió de Arulas en busca de un remedio para todos estos males.
Arnulfe era el abad del pequeño cenobio de Arulas en el Vallespir en el Vallespir en la ribera del río Tech. Esta pequeña comunidad, antaño asentada sobre unas termas romanas en un lugar olvidado de las tierras bajas, sufrió en el 858-868 el saqueo de los normandos. Así, el abad Sunifredo ordenó trasladar la comunidad a las tierras más altas y aisladas del Valle Áspero en busca de mayor seguridad. Pero tales tierras endemoniadas tampoco ofrecían un lugar seguro para el asentamiento de la comunidad. Fue así como el padre Arnulfe decidió pedir ayuda a Roma para acabar con sus infortunios que achacaban al hecho de no haber podido salvar las reliquias de su monasterio original. El Sumo Pontífice escuchó sus ruegos y le ofreció elegir entre todas las santas reliquias preciosamente conservadas en Roma para santificar su comunidad. Arnulfe, sin saber qué santos resolverían su problema, entró en meditación. Entonces se le aparecieron dos jóvenes que se presentaban bajo el nombre de Abdón y Sennen, antiguos príncipes de Persia y mártires en Roma. Le dijeron exactamente dónde estaban enterrados sus restos en el cementerio de Pontien. También le dijeron que los llevara consigo para curar las dolencias de su pueblo. Arnulfe así organizó una expedición e hizo excavar en el mismo lugar que le habían indicado. Pronto se encontraron cuerpos perfectamente conservados que desprendían un dulce olor floral característico de las reliquias sagradas.
Temiendo por la seguridad de las reliquias en el viaje de regreso, las colocó en un barril. Luego este tonel fue puesto dentro un gran tonel que había llenado con agua del baptisterio, el mismo donde San Pedro bautizaba a los primeros cristianos y del cual se cuenta gran número de curaciones milagrosas. El barril fue cargado a bordo de un barco y Arnulfe regresó a casa. Hizo cargar el barril en una mula y emprendió su regreso a Arles de Tech. Durante el trayecto se desató una tormenta, y en la dificutad del camino bajo ella, la mula se precipitó y desapareció en el fondo de un abismo. Todas las esperanzas de Arnulfe se desvanecieron. Resignado, prosiguió su camino hacia la abadía de Arles de Tech. Pronto escuchó el sonido de las campanas y se asombró al encontrar la mula y su preciada carga en la plaza del pueblo. Las feroces bestias habían huido cuando las sagradas reliquias de Abdón y Sennen. Las santas reliquias se instalaron en una capilla lateral de la abadía de la que sólo salen para la procesión de la fiesta patronal de San Abdón y San Sennen el 30 de julio.
El Santo Sepulcro
El abad Arnulfe relevó a la mula y vació el agua del barril que contenía las santas reliquias en un antiguo sarcófago a la entrada de la abadía. Un leproso vino a beber el agua y fue sanado instantáneamente. Los monjes, al ver esto, cerraron el sarcófago con su pesada tapa de mármol. Empezaron a sacar agua por un pequeño agujero para ofrecérsela a los enfermos. El Santo Sepulcro se libera de los muros del patio de la Abadía y se levanta del suelo por dos bloques de mármol. Se llena de agua con el paso de los días y es aspirada por el párroco del pueblo con una bomba de pistón para perpetuar la tradición y ofrecerla a los enfermos. El agua de este sarcófago es pura y se le atribuyen propiedades curativas milagrosas.: El milagro más famoso es sin duda el de la curación del señor de Taillet. Curó alrededor de 1200 de cáncer facial. El origen de esta agua sigue siendo desconocido y es inagotable. Otro testimonio de curación se dio más recientemente en el marco de el espectáculo de misterio por un aldeano. Gravemente quemado en un fuego de San Juan y curado con agua del sarcófago.
La Abadía de Santa María de Arulas
A partir de entonces, la abadía de Santa María prosperó, y la villa que surgió a su alrededor fue conocida como la de los "Cuerpos Santos". Es el monasterio más antiguo de toda la Corona de Aragón .

El Conde Tallaferro

La heroica figura del conde Bernat I de Besalú, apodado Tallaferro pronto inspiraría la leyenda. Este noble que llevó el Condado de Besalú a su máxima extensión a principios el siglo XI, rivalizando con el de Barcelona, se convirtió en el epítome del héroe catalán y pronto su leyenda conectará con el Héroe del Canigó. Como Sant Guillem de Comalada, un santo (Sant Bernat en unas historias y Sant Guillem de Aquitania en otras) le entrega la espada del Héroe del Canigó que habían custodiado todo este tiemopo, en el momento crucial de una batalla, le salvó otorgándole una espada tan poderosa que "tallava el ferro", y gracias a ella pudo derrotar al fin a sus enemigos y salvar su condado. Pero la batalla crucial fue aquella en la que encontró la muerte: los sarracenos venían en barcos a atacar Cataluña y el conde salió a su encuentro en mar abierto para detener ferozmente la invasión.Durante la noche el conde cae en en el fragor de la batalla; capturado y malherido es llevado a una nave enemiga. De repente, los fallaires (hombres con antorchas que han prendido en el fuego del Canigó) vienen nadando y prenden fuego a las naves ancladas. El fuego en forma de serpientes aladas fantásticas incendia todos los barcos de los sarracenos. Los guerreros cristianos consiguen rescatar al conde y huir, mientras los invasores mueren abrasados o ahogados. Al salir el sol, un viejo fallaire curó las heridas del Conde invocando a la Trinidad. El conde expiró expresando su dolor por los padres de los jóvenes sarracenos muertos en la batalla.
Gentil y Flordeneu
Gentil es un caballero del siglo XI, hijo del conde Tallaferro y sobrino del conde Wifredo II de Cerdanya. De muy joven se enamoró de la pastora Griselda, amor que su padre le prohibió cuando lo descubrió en el encuentro de la ermita de Sant Martí del Canigó. Como los árabes asediaban al país, los condes marcharon a combatirlos y dejaron a Gentil, que recientemente había sido armado caballero, en un punto de vigilancia, pero el enamorado, bajo el recuerdo de Griselda, desertó y, a caballo, emprendió un viaje fantástico, que le llevó a un prado donde un círculo de hadas rodeaba a Flordeneu, la reina de las hadas del Canigó que había adoptado la apariencia de Griselda para subyugarlo.
Flordeneu hechizó al joven caballero Gentil, cuando éste subió a la cima del Canigó, donde pensaba encontrar al talismán que hiciera posible su amor por la pastora Griselda. Flordeneu suplantó a Griselda diciendo al joven caballero que es de ella de quien estaba enamorado, porque ella, para tenerlo, se había hecho pastora. Gentil, embrujado por la belleza, la gracia y el comportamiento del hada, se abandonó a sus requiebros de amor y se olvidó de su pasado. Entonces los dos enamorados visitaron el palacio enterrado de las hadas, donde remaron por estanques de aguas inmóviles entre columnas de cristal y bajovueltas de mármol. Después emprendieron un viaje aéreo por todo el Pirineo, el reino de Flordeneu, llevados por un carro de gamos voladores, desde donde contemplaron toda la cordillera, mientras Flordeneu iba mostrando a Gentil los puntos más bellos de «toda la tierra que mi corazón ama». De regreso al Canigó, Flordeneu preparó las nupcias con ofrendas y cánticos epitalámicos que confió a sus compañeras, las Trece hadas.
Mientras tanto los cristianos habían sido derrotados y Tallaferro, encarcelado, pero Wifredo, vencido, descubrió la fiesta que vivía el desertor y, airado, le despeñó montaña abajo: Gentil quedó muerto en la llanura del Cadí, cerca del refugio donde Flordeneu lo esperaba. Los cristianos, que habían perdido una batalla, acabaron ganando la guerra y recuperando a los prisioneros. Cuando el abad Oliba y los monjes de Ripoll acudieron a celebrar cristianamente la victoria, Tallaferro advirtió la ausencia de su hijo, cuyo cuerpo fue descubierto por el escudero del propio Gentil. Cuando Tallaferro preguntó quién le había dado muerte y Wifredo confesó su crimen, el abad Oliba (hermano de ambos) intervino para evitar la venganza de Tallaferro: el perdón cristiano reconcilió a ambos hermanos y el entierro de Gentil, presidido por el abad Oliba, se convirtió en signo de pacificación. Como expiación, Wifredo hizo construir el monasterio de San Martín del Canigó y se recluyó en una celda excavada en la roca y situada entre la capilla y el sepulcro de Gentil: desde aquella soledad oyó a menudo el grito de Griselda que buscaba vano su enamorado. Guifré pidió, aún, que para completar su expiación se erigiera una cruz en la cima desde donde había despedazado Gentil: los monjes se la subieron, mientras se apagaban los cantos de las hadas y se imponían otras voces (como la de los monjes) que recordaron a Tallaferro y Gentil.
No obstante, nadie ha vuelto a ascender a las cumbres del Canigó, ni siquiera los sabios monjes que ocultan el secreto de que no hay cruz alguna clavada en la cumbre del Canigó y saben, a ciencia cierta, que Flordenéu y sus hermanas, aunque menguadas en poder, siguen viviendo en su palacio subterráneo cuya puerta se haya en las Gargantas del Cadí.

Turismo

El Canigó es la primera montaña que se ve de los Pirineos y realmente la única visible desde el Mediterráneo. De la misma manera, dada su altitud real con respecto al mar, es la montaña más alta del Pirineo cuya alzada de 2784 metros se puede contemplarse directamente desde las llanuras del Rosellón y más allá, ya que su elevación arranca a pocos kilómetros del mar. Por esta razón fue un accidente geográfico reverenciado desde época muy antigua y la representación visual misma de los Pirineos, identificándose su silueta con la figura de un espíritu guardián o protector, por unos, y con un gigantesco túmulo, por otros.
Dicha singularidad y el hallarse cercana a grandes núcleos urbanos y a la Via Domitia, han hecho que este lugar haya sido visitado por ermitaños y anacoretas en búsqueda del aislamiento y la soledad desde tiempos inmemoriales, lo que explica la abundancia de monasterios en sus alrededores o en la misma montaña, como es el caso de la Abadía de Sant Andreu d'Eixalada germen de San Martín del Canigó, pero mucho más antiguo el eremitorio fundado por Sant Guillem en el valle de Comalada.
País
Conflent
Nombre(s) alternativo(s)
Montis Canigonis, Kanigonis, Canigón, Canico
Tipo
Mountain / Hill
Se encuentra dentro de
Organización dueña o gobernante


Cover image: by Montedemo

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