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Reinos de Taifas

Political event

1031AD
1086AD

Periodo de fragmentación de al-Ándalus en pequeños estados que, aunque ricos, quedan a merced de los reinos cristianos del norte.  

Reinos Años
El Reino de Pamplona 1031-1086
El Reino de León 1031-1086
El Reino de Galicia 1031-1071
El Reino de Aragón 1035-1086
El Reino de Castilla 1065-1086
El Condado de Barcelona 1031-1086


Las banderías o ṭawāʿif (singular tāʿifa) hacían referencia a los tres grupos étnicos presentes en al Ándalus tras la caída del califato de Córdoba: beréberes, eslavos y andaluces.

  • Beréberes: como las dinastías ḥammūdí de Córdoba, Málaga y Algeciras, los afṭasíes de Badajoz y los ziríes de Granada.
  • Eslavos: como los gobernadores de Almería, Denia yBaleares (ninguno creó dinastías).
  • Andaluces: como los ʿabbādíes de Sevilla, los Banū ḏī-l-Nūn de Toledo (bereberes arabizados) o los hūdíes de Zaragoza.
Los antiguos gobernadores de las kuwar se proclamaron emires y como consecuencia surgieron decenas de reinos independientes por todo el califato. Los reyes de taifas implantaron una estructura administrativa y política propia que replicaba a menor escala el Estado omeya, y que se vio obligada a pagar parias a los reinos cristianos para mantener su independencia.
Este fue un periodo de gran esplendor cultural. Las cortes de al-Ándalus compitieron en los campos de las artes y las ciencias y actuaron como mecenas del conocimiento. Casi todos los soberanos eran poetas u hombres de letras notables: los emires de las taifas ya no querían imitar lo oriental, sino establecer un tipo de sociedad ideal inspirada por la Bagdad ʿabbāsí del siglo IX.
Tras la fitna
Entre las más de veinte taifas que surgieron tras la desintegración del califato, las más poderosas fueron las de Sevilla, Zaragoza, Granada, Badajoz, Toledo y Denia (que acabó asimilada por Zaragoza en 1076).
En Sevilla, la familia Banu Abbad, que ostentaba el título de cadí, se independizó durante la fitna fundando una dinastía que gobernó Sevilla hasta la llegada de los almorávides. Sevilla tomó el relevo de Córdoba como corazón de al-Ándalus y los abbadíes conservaron las relaciones que los omeyas tenían con el Magreb y, entre ellas, el acceso al oro de bilad al-Sudán. Sevilla acabará conquistando toda la tierra al sur de Badajoz, la taifa de Córdoba, Murcia, Cartagena y Lorca.. Sevilla se convirtió en un cofo de atracción para todos los poetas del occidente musulmán, teniendo a sus propios príncipes como hombres de letras y estuvieron tentados a restaurar el califato y reedificar Madinat al-Zahra, pero la presión cristiana y la llegada de los almorávides truncaron dicho proyecto, conquistando estos últimos Córdoba antes de Sevilla. Tras la caída de Córdoba, Sevilla fue asediada y conquistada en 1091, siendo la única taifa que hizo frente a los invasores norteafricanos.
La taifa de Zaragoza, cuando estalló la fitna, estaba gobernada por la dinastía hispanoárabe de los tuyubíes, y estos se declararon independientes. Pero al final fueron reemplazados por los señores de Lérida, los Banu Hud que llevarán a Zaragoza a un esplendor solo superado por Sevilla. En Zaragoza también. se encontraron poetas, músicos, filósofos y místicos y destacó su escuela de filósofos aristotélicos. Zaragoza amplió sus fronteras hacia el Mediterráneo, con la anexión de Tortosa, el vasallaje de Valenia y, finalmente, la conquista de la rica Taifa de Denia. Pero esta extensión la hizo vulnerable a los ataques del condado de Barcelona, el reino de Aragón y el reino de Castilla, por lo que acabó pagando parias a este último para garantizar su protección. A la llegada de los almorávides, su príncipe fue el único que reinó independiente hasta su muerte, momento en. el que será asimilada por los almorávides y conquistada por los cruzados.
En Granada, el clan beréber de los ziríes llegó a al-Andalus para formar parte del ejército de mercenarios de al-Mansur. Durante la fitna, el fundador apoyó el ascenso de los hammudíes, recibiendo la región de Elvira como feudo, pero cambiaron su emplazamiento a un lugar mejor defendible, naciendo así la ciudad de Granada. El pequeño reino se mantuvo fuerte y acabó conquistando la taifa de Almería y acabando con el gobierno hammudí de Málaga al anexionarse también esta, a pesar de las presiones sevillanas. A la llegada de los almorávides, se unieron a estos y combatieron a Alfonso VI de León en Sagrajas y Aledo. Finalmente l reino será entregado a los norteafricanos sin resistencia y los ziríes se autoexiliaron al Norte de África con todas. sus riquezas. Los soberanos de Granada siempre fueron despreciados por los poetas de al-Andalus, pues estos no sabían estimar la poesía como el resto de las cortes, atribuyéndolo a su origen beréber.
El extenso reino de Badajoz, sede de los beréberes aftasíes, se vio devastado por León y Sevilla, con la connivencia de Toledo, beneficiándose todos de ello y sumiéndolo en la pobreza. A pesar de eso, los príncipes de Badajoz fueron hombres cultos y amantes de la poesía, intentando mejorar la imagen de su reino con el patrocinio de poetas. A la llegada de los almorávides, los aftasíes intentaron mantener su reino con el apoyo leonés, pero fueron atacados sorpresivamente y sus miembros ejecutados. Los supervivientes se refugiaron en León para seguir luchando contra los almorávides y vengar a su dinastía.
La taifa de Toledo fue la más extensa de al-Ándalus y estuvo gobernada por los beréberes arabizados Banu Du-l-Nun, llegados a Spania con la introducción del islam durante el siglo VIII y que obtuvieron como feudo las tierras de Saltaveria. En el momento de la fitna, se hicieron con el poder en Toledo y sus miembros convirtieron la ciudad en un gran centro científico y arcano, constituyéndose la heredera de Córdoba en cuanto a astronomía, medicina, matemáticas y ciencias arcanas se trataba. En su momento de apogeo, extendió su dominio sobre Valencia y Córdoba. No obstante, mantuvo su independencia gracias a las parias que pagaba a León, y las injerencias del rey leonés acabaron precipitando la conquista por este del reino cuando la dinastía entró en declive, exiliándose sus últimos miembros a Valencia. La entrada de Alfonso VI en Toledo en 1085 señala el fin del periodo de las taifas, al ser la primera en caer bajo dominio cristiano.
Los almorávides y los reinos de taifas
Mientras en al-Ándalus se vivía una época de gran inestabilidad política durante la fitna, en la cuenca del Senegal comenzaba a brotar el germen de un poderoso imperio. Formada por monjes guerreros beréberes, la secta fundamentalista de los almorávides conquistó el desierto hasta llegar a Marrakech, donde estableció su capital y desde donde escuchó las peticiones de los reyes de taifas de al-Ándalus para librarse de la presión creciente de los reinos cristianos. En 1078, Al-Muʿtamid, el rey poeta de la taifa de Sevilla, escribió al emir almorávide Yūsuf ibn Tāšufīn para que acudiera en su ayuda y cruzara el estrecho, pero el almorávide no mostró ningún interés y desestimó su petición. En 1081 también le escribió Al-Mutawakkil de Badajoz, con el mismo resultado. La misma respuesta obtuvo el malagueño Tamīn ibn Būluggīn cuando un año después solicitó su ayuda para que le auxiliara contra su hermano, el último rey zirí de Granada, ʿAbd Allāh. Pero cuando Toledo también pidió ayuda a Yūsuf, los almorávides comenzaron a valorar la situación de al-Ándalus. Ante la necesidad de unidad frente a la fragmentación de las taifas, y como única forma eficaz de resistir el expansionismo de los reinos cristianos, en al-Ándalus comenzó a crecer un sentimiento favorable hacia los almorávides. Finalmente, tras la conquista de Toledo por Alfonso VI de León en 1085, los reyes de taifas de Sevilla, Badajoz y Granada enviaron a sus embajadores a la corte almorávide de Marrākeš para pedir su ayuda en los siguientes términos:
  • el ejército almorávide podía cruzar el estrecho para luchar junto con los andalusíes contra las fuerzas cristianas;
  • durante su estancia en al-Ándalus, los almorávides se comprometían a respetar a los reyes de taifas y sus reinos;
  • el rey de Sevilla ponía a disposición de los almorávides la ciudad de Algeciras para el desembargo y acantonamiento de sus tropas.
Así, en 1086 los almorávides cruzaron el estrecho y, tras fortificar Algeciras, fueron al reino de Sevilla, donde el emir almorávide hizo un llamamiento al ŷihād. Con las tropas de Sevilla, Badajoz, Málaga, Granada y Almería, el ejército musulmán aplastó a las tropas cristianas de Alfonso VI en Sagrajas (Zallāqa para los musulmanes), pacificando el occidente de al-Ándalus. Pero en lugar de continuar la campaña, el emir almorávide se tuvo que marchar junto a sus ejércitos a Marrākeš por la repentina muerte de su hijo.
En 1088, los reyes de Valencia, Murcia, Baeza y Lorca volvieron a pedir la ayuda del emir almorávide, que regresó ese mismo año para conquistar Aledo. Pero la campaña no tuvo éxito y pronto regresaron a Marrākeš. Tras su marcha, los reyes de taifas volvieron a pactar con Alfonso VI, pues seguían en desventaja frente a él. Así, cuando Yūsuf tuvo la noticia de estos sucesos, ante la ausencia de moral y desunión de los monarcas de al-Ándalus (y como pretexto para hacerse con las grandes riquezas que poseían), decidió tomar el control y las posesiones de los reinos de taifas.
En 1090, Yūsuf entró por tercera vez en Iberia y consiguió que las resentidas milicias de los reinos de taifas se unieran a él; una a una, las guarniciones de las fortalezas que defendían las tierras de al-Ándalus le juraron lealtad, dejando desprotegidas las capitales de los reinos. Los almorávides conquistaron Granada y Málaga sin esfuerzo y desterraron a sus reyes al norte de África. El emir almorávide se marchó entonces a Marrākeš y dejó a su primo Sīr ibn Abī Bakr la tarea de doblegar al resto de taifas. Al año siguiente cayó la ciudad de Córdoba y la esplendorosa taifa de Sevilla. Ante el avance imparable de los almorávides, el rey de Badajoz, Al-Mutawakkil, escribió a Alfonso VI para pedirle ayuda. Como respuesta, Sīr ibn Abī Bakr invadió su reino, asesinó al sultán y se hizo con el poder de la capital. Los almorávides no consiguieron tomar las taifas de Levante por el bloqueo del Cid en Valencia. Aunque intentaron tomar la ciudad en varias ocasiones, sus ejércitos siempre fueron derrotados por las fuerzas del Campeador. Junto a Zaragoza, con la que los almorávides llegaron a un acuerdo, fueron las únicas ciudades que no cayeron con la tercera visita de los almorávides a la Península.
El destierro de los príncipes de los reinos de taifas supuso un duro revés para los poetas de al-Ándalus, que no encontraron en la corte almorávide un público en sintonía con su arte. Con su marcha perdieron la protección y el patrocinio de señores cultos y la oportunidad de incorporarse a la administración del Estado. Así, se vieron obligados a vivir de forma precaria, pues debían compaginar su profesión poética con algún oficio como el de copista, herrero o incluso carnicero, o vivir de forma ambulante en busca de algún mecenas, lo que no siempre era posible.
Los reinos cristianos durante las taifas
Durante este periodo se convocaron las primeras cruzadas contra los reinos musulmanes, se creó la primera orden militar de Europa y se produjo el último ataque vikingo contra Galicia, rechazado gracias a la restauración de siete torres defensivas conocidas como Castellum Honesti o Torres del Oeste. Los reinos de taifas también fueron testigos del nacimiento de Rodrigo Díaz (el Cid) y la popularización de las peregrinaciones de los nobles a Tierra Santa.
En cuanto a la Iglesia, en este tiempo se introdujo la reforma gregoriana (que dio origen al concepto de reconquista) y en Castilla se reemplazó el rito mozárabe por el romano, lo que unió Hispania a la Santa Sede. Los habitantes de Spania vivieron la prohibición de la bigamia y el matrimonio con la esposa del hermano y los clérigos se vieron obligados a no usar las armas y abandonar a sus mujeres. En esta época comenzó la construcción de la catedral de Compostela y el papa excomulgó al obispo de Iria Flavia por haber proclamado su diócesis como sede apostólica sin su permiso.
Con la muerte del rey de Pamplona, e Imperator Totius Hispaniarum Sancho III el Mayor, el imperio se fragmentó y se dividió entre sus cuatro hijos. Las luchas entre ellos no se hicieron esperar y finalmente Fernando I formó el reino de Castilla y se hizo con el trono de León. Pero tamnién dividió el reino entre sus hijos, que igualmente se enfrentaron por la hegemonía, lograda primero por Sancho II de Castilla y finalmente por Alfonso VI de León que, uniendo Castilla y Galicia se proclamará Imperator Totius Hispaniarum y logrará hacerse con la taifa de Toledo, hecho que desencadenará la invasión almorávide.
Mientras tanto, el condado de Barcelona inició su política de expansión más allá de los Pirineos.

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