Ansour
Ductor Ansour de Flambeau
Mental characteristics
Historia personal
Ansour nació en Estella pero las circunstancias hicieron que recibiera su instrucción hermética por su parens en el Tribunal de Sarmatia de donde regresó a principios del siglo XII, terminado su apredizaje, integrándose en la alianza de Barda por la cercanía con su tierra natal que añoraba.
Pero Ansour no tuvo suerte con su elección, cayendo en una alianza desafortunada: el poco acierto político de Yéñego, su fundador, alineándose con la causa andalusí en contra del conjunto de sus vecinos le llevó a vivir en el aislamiento durante décadas. Yéñego compatió sus riquezas con el joven Ansour hasta 1123, cuando partió a Africa para desentrañar el misterio de la desaparición de la Casa Mercer de Tafilalt, aventura de la que no regresó. Cinco años más tarde se difundió por la comarca que Yéñego había muerto, lo que llevó al merino de la corona a apoderarse del privilegio de explotación de las tierras de la familia de Yéñego.
De la noche a la mañana, Ansour se quedó sin ingresos mágicos ni mundanos en una alianza cuyos habitantes, leales a Yeñego, habían comenzado a marcharse. Aunque Ansour era un magus joven que no sabía nada del Tribunal, y apenas tenía experiencia política, decidió acudir al Tribunal ordinario de 1130 en representación de Barda. Allí descubrió la animadversión que su alianza despertaba entre los Flambeau de Salionca y sufrió en sus propias carnes el rechazo de Duresca y Aedes Saturni. Con no pocas dificultades, consiguió que los Boinas Rojas le mostraran las fuentes de vis censadas en los alrededores de su alianza y, al comprobar que había tierras desocupadas más allá de la frontera sur del reino, comenzó a explorar aquella zona en busca de nuevas fuentes de vis. Así fue como Ansour llegó a las fuentes de la centenaria Caium , y así fue como decidió robarlas para salir adelante.
Aunque al principio robó con mesura, a medida que año tras año iba comprobando que los magi de Caium ni siquiera aparecían por los Tribunales, comenzó a quitarles más y más peones, hasta que, a finales del siglo xii, decidió explotar al completo todas las fuentes que conocía de la vieja alianza. De esa forma, cuando Caium mandó a sus grogs para investigar, Ansour ordenó asesinarlos.
A veces Ansour piensa que no va a acabar bien, pero tampoco puede parar, pues es la única forma que tiene de seguir adelante. Cada siete años se promete que ya no lo hará más, pero nunca cumple con su palabra y suele inventar excusas para justificar sus robos y asesinatos. De hecho, en 1220, la alianza está empezando a florecer. Ansour ha conseguido una cierta estabilidad que los habitantes de la alianza agradecen y hasta cuenta con dos magi más, la joven de Harra, Šams al-PraliḤiyya y Tages de Tremere, uno de los aprendices de Sitt Nasim , de la alianza toledana de Issah.
Pero Ansour no tuvo suerte con su elección, cayendo en una alianza desafortunada: el poco acierto político de Yéñego, su fundador, alineándose con la causa andalusí en contra del conjunto de sus vecinos le llevó a vivir en el aislamiento durante décadas. Yéñego compatió sus riquezas con el joven Ansour hasta 1123, cuando partió a Africa para desentrañar el misterio de la desaparición de la Casa Mercer de Tafilalt, aventura de la que no regresó. Cinco años más tarde se difundió por la comarca que Yéñego había muerto, lo que llevó al merino de la corona a apoderarse del privilegio de explotación de las tierras de la familia de Yéñego.
De la noche a la mañana, Ansour se quedó sin ingresos mágicos ni mundanos en una alianza cuyos habitantes, leales a Yeñego, habían comenzado a marcharse. Aunque Ansour era un magus joven que no sabía nada del Tribunal, y apenas tenía experiencia política, decidió acudir al Tribunal ordinario de 1130 en representación de Barda. Allí descubrió la animadversión que su alianza despertaba entre los Flambeau de Salionca y sufrió en sus propias carnes el rechazo de Duresca y Aedes Saturni. Con no pocas dificultades, consiguió que los Boinas Rojas le mostraran las fuentes de vis censadas en los alrededores de su alianza y, al comprobar que había tierras desocupadas más allá de la frontera sur del reino, comenzó a explorar aquella zona en busca de nuevas fuentes de vis. Así fue como Ansour llegó a las fuentes de la centenaria Caium , y así fue como decidió robarlas para salir adelante.
Aunque al principio robó con mesura, a medida que año tras año iba comprobando que los magi de Caium ni siquiera aparecían por los Tribunales, comenzó a quitarles más y más peones, hasta que, a finales del siglo xii, decidió explotar al completo todas las fuentes que conocía de la vieja alianza. De esa forma, cuando Caium mandó a sus grogs para investigar, Ansour ordenó asesinarlos.
A veces Ansour piensa que no va a acabar bien, pero tampoco puede parar, pues es la única forma que tiene de seguir adelante. Cada siete años se promete que ya no lo hará más, pero nunca cumple con su palabra y suele inventar excusas para justificar sus robos y asesinatos. De hecho, en 1220, la alianza está empezando a florecer. Ansour ha conseguido una cierta estabilidad que los habitantes de la alianza agradecen y hasta cuenta con dos magi más, la joven de Harra, Šams al-PraliḤiyya y Tages de Tremere, uno de los aprendices de Sitt Nasim , de la alianza toledana de Issah.
Fracasos y humillaciones
Ansour es un magus hipócrita y cínico que utiliza la mentira como medio de vida. La naturaleza le ha dotado de unas facciones amables y una mirada inocente que, junto con su templada voz, hacen que los corazones tiendan a confiar en él. Ansour es un monstruo autocomplaciente que se alimenta de los sentimientos de los que le rodean para construir una mejor imagen de sí mismo. Su persuasión es tal que a menudo consigue autoengañarse, por lo que, a pesar de sus numerosos crímenes, ni siquiera tiene sentimiento de culpa: Ansour no
tiene remordimientos.
Con la bonanza que vive Barda, confía en que Šams y Tages sean los primeros de muchos magi que acaben en la alianza, para la que tiene grandes planes. Para ello, lo único que tiene que hacer es lo que ha hecho siempre: sonreír y mentir.
Con la bonanza que vive Barda, confía en que Šams y Tages sean los primeros de muchos magi que acaben en la alianza, para la que tiene grandes planes. Para ello, lo único que tiene que hacer es lo que ha hecho siempre: sonreír y mentir.
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