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Prima

ALIANZA hermética levantada cuando la Orden de Hermes aún era joven a instancias del mismísimo Tremere, Prima tuvo una efímera pero intensa vida en los subsuelos de Zaragoza.


Historia

El siglo VIII fue un periodo de conflictos a lo largo y ancho de una Orden de Hermes recién fundada. Mientras el fundador Tremere luchaba en el lejano sur de Transilvania, mandó a un pequeño grupo de magi a Spania para establecerse en la región, quién sabe si como parte de su gran plan para controlar toda la Orden en el futuro. Se trataba de tres nigromantes dacios llamados Decebalus, Scorilo y Andrada. Los tres cruzaron los Pirineos por Roncesvalles hasta llegar a principios del 778 a la ciudad de Zaragoza la Blanca, que por entonces estaba siendo sitiada por Carlomagno en persona. El rey franco reclamaba la ciudad al gobernador Husayn, pues ese había sido el precio por su protección contra el emir de Córdoba, ʿAbd al-Raḥmān I, en un acuerdo cerrado con Sulaymān, valí de Barcelona.
Los Tremere decidieron de inmediato beneficiarse de la situación y pronto llegaron a un acuerdo con Husayn: a cambio de su ayuda contra el asalto de Carlomagno, querían un lugar en los subterráneos de la ciudad, recursos para establecer allí su morada y paz para estudiar sin que se les molestara. El valí aceptó y, durante un mes, las tropas francas lucharon sin lograr romper el cerco y haciendo frente a todo tipo de adversidades, muchas de ellas inexplicables para simples mundanos. Los nigromantes demostraron su capacidad para contribuir en la defensa de la ciudad sin llamar la atención, y solo en contadas ocasiones tuvieron que recurrir a sus aliados fantasmales, lo que provocó que, cuando Carlomagno ordenó la retirada al enterarse de que los sajones invadían Francia, ya corrieran entre sus tropas algunas historias de tinte sobrenatural. Así, Zaragoza se mantuvo invicta y los Tremere pudieron cobrarse su recompensa. Tras hacer efectivo el acuerdo con Husayn, los Tremere proyectaron la constitución oficial de Prima durante la reunión del Rin del 791 (en la que se fundaría la alianza de Branugurix en la Galia). Sin embargo, no pudieron llevarlo a cabo, pues tuvieron que abandonar la alianza en el 789.
A pesar de que la ciudad contaba con una regio mágica (que en el futuro sería utilizada por La Torre No Vista), los Tremere prefirieron emplazarse en los subterráneos tras realizar ciertos rituales que identificaron el punto en el que se había elevado el antiguo anfiteatro de Caesaraugusta. El sitio estaba imbuido de toda la sangre derramada en su momento, en muchos casos en honor a los dioses romanos, y aún conservaba una tenue aura mágica. Era el lugar perfecto para los nigromantes, que restauraron parcialmente el anfiteatro y expandieron el subterráneo para establecer sus laboratorios y demás estancias. Luego emprendieron una frenética actividad guerrera, participando en muchos de los conflictos que sacudieron Spania durante esa década e incluso ayudando de nuevo al valí de Zaragoza en un par de ocasiones. Prima llegó a su fin en el 789, coincidiendo con la toma de Zaragoza por parte de los ejércitos del valí barcelonés, Matruh ibn Sulaymān. Aunque los Tremere intentaron ganarse la confianza de los nuevos poderes mundanos, sus tentativas dieron al traste y se vieron obligados a abandonar Zaragoza de forma precipitada (aunque se desconoce la razón por la que no participaron en la defensa de la ciudad). Con la meticulosidad que caracteriza a dicha Casa, derrumbaron las paredes de Prima para que nadie pudiera acceder a los que habían sido sus aposentos, eliminando así cualquier rastro de su presencia en el subsuelo zaragozano. Pero sus miembros no se marcharon de la península y fueron admitidos en Brigantia, donde empezaron a proyectar dónde levantar una nueva alianza. Sin embargo, nunca llegaron a ver cumplido su sueño: Andrada y Decebalus fallecieron en las fatídicas batallas previas a la caída de los Tempestiarii, y Scorilo regresó a Coeris para recuperarse de sus heridas, donde pasó unos años hasta ser enviado de vuelta a Iberia junto con Átropo y Somnus, para fundar la alianza navarra de Secunda a principios del siglo IX.  

Ubicación y descripción

Prima ocupó en tiempos una sección restaurada del antiguo anfiteatro que se elevaba en la Caesaraugusta romana. Las gradas parcialmente reconstruidas del anfiteatro eran usadas como foro y sala de reuniones, mientras que las nuevas estancias excavadas en las cercanías de este alojaban los sancta, la biblioteca y demás aposentos de la alianza. Todo ello está enterrado bajo toneladas de piedra hoy en día, después de que los nigromantes dacios derrumbaran las murallas de su propia alianza en su precipitada huida de la ciudad en el año 789. Nadie ha vuelto a excavar esas ruinas para intentar rescatar cualquier tesoro que aún pueda ocultarse bajo ellas.

778 - 789

Tipo
Geopolitical, Magocracy
Aura
Mágica, 2
 
Reputaciones
Ninguna

La Defixio Francorum

La retirada de Carlomagno de Zaragoza acabó de forma trágica con la derrota que le infligieron los Vascones en la batalla de Roncesvalles. Conocedores de ello, los nigromantes de Prima se desplazaron en secreto hasta el escenario de la batalla y, empleando sus artes mágicas, reunieron un ingente ejército de soldados francos fantasmales, a los que ataron a una serie de abalorios y decoraciones que se llevaron consigo a Zaragoza para invocarlos cuando fuese necesario.
Cuando regresaron de su viaje a Roncesvalles, los dacios decidieron ocultar esos abalorios a simple vista: tras desenterrar una parte del anfiteatro romano, hicieron grabar por el perímetro de las gradas un mosaico que representara la batalla donde falleció Roldán y el emperador franco sufrió una de sus peores derrotas. Para añadir insulto a la befa, incrustaron en diferentes puntos de ese grabado las cuentas a las que estaban atados los espíritus de sus soldados, en lo que suponía un mensaje tan claro como macabro: incluso después de muertos, los francos seguirían siendo incapaces de conquistar Zaragoza y, de hecho, estarían sometidos por los poderes nigrománticos de los habitantes de Prima. Llamaron al grabado el Defixio Francorum y, según cuentan, en varias ocasiones invocaron a sus espíritus cautivos para que sirvieran a los Tremere.
La precipitada huida de los habitantes de la alianza hizo que los magi abandonaran las cuentas y decoraciones que adornaban el anfiteatro, que aún siguen allí, siglos después, enterradas bajo los escombros. Con el paso de los años, los espíritus cautivos en el grabado se vieron corrompidos por otros espíritus todavía más antiguos, los de algunos gladiadores que habían luchado en el anfiteatro casi un milenio atrás, convirtiéndose en algo diferente y mucho más maligno. Nadie ha tenido contacto con esos espíritus en varios siglos, y de hecho muy pocos sabrían cómo invocarlos desde el interior de la defixio. Pero todo eso podría cambiar cuando uno de los personajes visite Zaragoza siguiendo ciertas leyendas sobre el antiguo anfiteatro romano y los magi de Prima…


Cover image: by Montedemo

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