Aben Cantosombrío
La mala suerte parecía seguir a Aben. En mitad de su viaje por el Archipiélago de las Cenizas la barco en el viajaba fue atacado por piratas y llevado directo a una tormenta sobrenatural que los hizo encallar en una costa desconocida. 7 Crepuscular, 1842 / Crónica del Vientoligero / CdV14: El faro de Caham
¿Qué tanto se puede adentrar uno en la Corriente de las Almas como para no verse afectado? Aben murió en el Faro Makau a mano de los tritones que lo defendían, pero gracias a la intersección de sus compañeros el dios Deel'Armil cortó su tránsito por la Corriente de las Almas y devolvió su Esencia a su cuerpo muerto. Para el joven Aben, que reniega de los dioses, supuso una contrariedad. 20 Crepuscular, 1842 / Crónica del Vientoligero / CdV20: Una prueba de fuego, parte 2
Aben siempre ha dado muestras de impuetosidad. Pero esta casi le cuesta la vida (nuevamente) cuando sin el respaldo de sus compañeros se escabulle al interior del templo de Gorlack para acechar a Zanna. Un mal movimiento, y fue descubierto, pudiendo sólo zafar por fortuna y una labia convicente. ¿Será más cauto en adelante? 1 El Guerrero, 1842 / Crónica del Vientoligero / CdV21: Una sombra astuta Ya sea por su pasado, por su tiempo como mercenario, o su carácter frio e inmaduro, Aben no tiene conflictos con ejecutar una sentencia de muerte sobre alguien si existe una justificación. Y suele enfrentar esos momentos con frialdad. Cuando hubo de encontrar la manera de confirmar la muerte de Rima Babrycg frente a su contratante, el conflicto con Idril no se hizo esperar: una cosa era asesinar a un bandido, otra muy diferente ensañarse con el cadáver. Y a ojos de la genasí, eso era lo que Aben proponía... 8 El Guerrero, 1842 / Crónica del Vientoligero / CdV25: El problema Tuatha
Aben fue quien dio el golpe de gracia a Tilljard Hallvinson, otrora pirata y saqueador y sobre quien colgaba una jugosa recompensa. Sin embargo las pocas palabras que intercambiaran con el extraño personaje calaron el carácter del joven. El minotauro estaba claramente asqueado de su vida, de la matanza y violencia constante, del semblante solitario y egoísta de su vida. Tilljard Hallvinson murió, pero algo se removió al interior de Aben. 14 El Guerrero, 1842 / Crónica del Vientoligero / CdV26: Los Esclavistas
Ante la disyuntiva que se les presentó en Stacot y su visita a los esclavistas, Aben no encontró solución más sutil y elegante para liberar a un compatriota que comprar un esclavo de origen fronterizo. Luego lo liberaría una vez en el Vientoligero en una buena acción, pero para sus compañeros quizá no fue la mejor forma de actuar. 10 Iluminación, 1842 / Crónica del Vientoligero / CdV27: Sellando tratos, siguiendo dioses
Ian Elwent no fue el único en enterarse de hechos de su pasado, pues Deel'Armil también reveló al joven Aben que aquella abominación que asoló Pfenestad sería uno de los aspectos mortales de Ceremh, otrora dios de los muertos. 17 Oscuridad, 1842 / Crónica del Vientoligero / CdV37: Nazareata Liberado
La liberación de Nazaraeta supuso otro golpe de realidad para el joven Aben. Hastiado de todo, conflictuado con él mismo y con su alrededor, su motivo para continuar era quizá la venganza. O respuestas. Perseguía ese pasado del que había arrancado durante años. Allí, en el semiplano prisión del guardián, Aben entendió que, al final de cuentas, sólo él puede salvarse de él mismo. Entendió que cada uno lucho por sus propios objetivos y que, llegado el momento, no dudarían en sacrificarlo que alcanzarlos. Vio caer a Ian, vio la insistencia de Idril y Asura en rescatar a Nazaraeta. Y murió. Se vio morir, y sólo volverse un títere del hombre de negro le permitió volver a la vida. Aben volvía a ser el niño asustado de Pfenestad. 8 El Protector, 1842 / Crónica del Vientoligero / CdV41: La Esencia de Nazaraeta
Aben siempre había sido un paria, un errante. Alguien sin un lugar en el mundo, en constante escape. Unirse al Vientoligero fue una más de las tantas circunstancias que llevaban su vida sin tomarle el parecer. Hasta que la llegada de Umbill Blethorne a la tripulación le dio al joven un ancla. Poco a poco fue reforzando ese vínculo, y Aben encontró paz y un motivo para seguir adelante. Así, con la proximidad del final de su viaje, Aben se atrevió a pedirle matrimonio a Umbill, con un regalo cortesía de Nazaraeta, y ella aceptó. Pero primero tenían que llegar a Huitzotla
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